Reserva cognitiva y 678 monjas
¿Sabías que nuestro cerebro cuenta con un sistema de defensa pensado para compensar los efectos negativos de las lesiones cerebrales? Desde el deterioro cognitivo asociado a la vejez hasta las enfermedades neurodegenerativas que puedan aparecer a lo largo de nuestra vida. El término correcto para hablar de este recurso es la reserva y podemos distinguirla en dos modalidades distintas:
- La reserva cerebral es aquella que nos viene dada según los factores biológicos y genéticos. Tiene que ver con el volumen cerebral, el número de neuronas y la conexión entre ellas. Ni varía con el tiempo ni depende de nada que podamos hacer.
- La reserva cognitiva es la que vamos adquiriendo a lo largo de la vida y que, en cierta medida, depende de nosotros mismos. En concreto, está relacionada con todos aquellos factores intelectuales, sociales y físicos que estimulan la actividad cognitiva del cerebro. La reserva cognitiva tiene la capacidad de optimizar el funcionamiento del cerebro, mantener las redes neuronales activas y potenciar la plasticidad neuronal, necesaria para que el cerebro se adapte y cree nuevas estructuras y conexiones ante las adversidades que pueda sufrir. En otras palabras: nosotros podemos ayudar a crear una mayor reserva cognitiva.
Este conocimiento puede estudiarse; de hecho, en el año 1986, el epidemiólogo y profesor de neurología de la Universidad de Kentucky David Snowdon llevó a cabo un estudio en un convento de monjas de clausura para investigar cuál era la relación entre el envejecimiento y el Alzheimer. Se trata del conocido como “Estudio de las monjas”.
Este trabajo demostró que aquellas monjas con un nivel educativo más alto y que habían estado más activas mental y físicamente durante su vida tenían una mayor esperanza de vida y un menor deterioro cognitivo. Además, a través de unos escritos que las monjas habían hecho antes de entrar al convento, se vio como las que habían realizado relatos más ricos en contenido y lenguaje tenían menos posibilidades de sufrir una enfermedad neurodegenerativa como el Alzheimer. Interesante, ¿verdad? Pues la cosa no acabó allí: al morir una de ellas, pudieron estudiar su cerebro y comprobar como tenía las lesiones neuronales clásicas del Alzheimer, a pesar de no haber desarrollado nunca ningún síntoma. En otras palabras, cuanto mayor era su actividad cognitiva en vida, menos síntomas de deterioro cerebral se mostraban en la autopsia.
A partir de esta investigación y muchas otras que han venido después se ha podido establecer que una persona con Alzheimer o alguna otra demencia, pero que posee una reserva cognitiva alta, tiende a mantener un funcionamiento cognitivo más saludable retrasando el deterioro cerebral y los primeros síntomas de este tipo de enfermedades.
¿Quieres saber cómo mantener una buena reserva cognitiva? Pues apunta estas actividades:
- Actividad lectora: la lectura estimula la atención, la concentración, la memoria y también el lenguaje. También sirve para formarse y aprender cosas nuevas. Un buen libro que te enganche o el periódico ya te servirán.
- Ejercicio físico: mejora el flujo sanguíneo cerebral y el funcionamiento general del organismo. También influye en el estado de ánimo y permite relacionarse con otra gente. Camina, camina y camina. Y, si es en compañía, mucho mejor.
- Socialización: el contacto con otras personas nos permite estar conectados con nuestro entorno y tener interés en aquello que nos explican y transmiten. También es bueno compartir alguna actividad concreta para sentirse motivado si crees que es demasiado aburrido hacerlo solo.
- Cambio de rutinas: automatizar actividades disminuye la actividad cerebral, porque al repetir las mismas acciones se reduce el aprendizaje. Así que cambia los hábitos de vez en cuando para activar tu conectividad neuronal.
Ya no tienes excusa, ¡empieza hoy mismo!